En la cocina, dos mujeres atractivas se entregan al auto-placer, sus cuerpos se entrelazan en un baile sensual. Sus dedos se exploran hábilmente, llevando a orgasmos intensos. Esta fantasía lésbica se desarrolla con masturbación mutua y éxtasis compartido.
En el corazón de nuestra cocina, el aire era grueso por la anticipación mientras mi hermana y yo nos encontrábamos solos.La idea de darnos placer a nosotros mismos durante una cena familiar era un pensamiento embriagador.Nos atraían el uno al otro, nuestro lenguaje corporal de deseo.Cuando nos sentamos en el mostrador, nuestros dedos lentamente encontraron camino a nuestro propio placer, perdidos en nuestro propio mundo de éxtasis.La vista de ella, sus ojos perdidos en pasión, reflejando los míos, era un espectáculo para contemplar.El ritmo de nuestros movimientos, la forma en que nuestro aliento se captó en nuestras gargantas, todo hablaba volúmenes.Estábamos perdidos en el momento, nuestros cuerpos respondiendo entre sí se tocan, nuestros gemidos resonando en la habitación vacía.La tensión construida, nuestro clímax inevitable.Y cuando se trataba, era una sinfonía de placer, nuestros cuerpoes se estremecían en sincronía, nuestros deditos todavía trabajando su magia.Era un momento de pura pura pura felicidad sin adulterar, un recuerdo de adoración para siempre.